La xenofobia y el racismo viven un auge en Rusia. Los jóvenes se hacer llamar Lobos Blancos, Schulz 88 o Alianza Eslava: las bandas rusas de neonazis son grupos agresivos que emprenden la sangrienta caza de caucásicos, asiáticos y personas que no comparten su pensamiento. Los defensores de los derechos humanos ya han hecho sonar las alarmas. "Hay grupos enteros que con sus visiones nacionalistas siembran terror", asegura el abogado Vladimir Sherebenkov.
Desde hace tiempo, organizaciones independientes acusan a las autoridades rusas de pasividad ante los "comandos asesinos itinerantes". Mientras se prohiben las manifestaciones de la oposición o de los homosexuales, los ultraderechistas no tienen problemas para desfilar. En el país más grande del mundo, el poder estatal es sospechoso de apoyarlos indirectamente, con asociaciones juveniles paramilitares. "La ideología del Estado y el ideario de la extrema derecha al parecer se complementan", señaló el diario Novaya Gaseta.
Los nazis infunden miedo y los ciudadanos respetables piden un Estado fuerte. Sherebenkov habla de una "hidra" que el Estado ya no puede controlar. En 2010, la organización pro derechos humanos Sova (Búho) registró 37 muertos y 375 heridos sólo en Rusia. "El fervor del odio sigue creciendo", advierte Alexander Brod, de la Oficina para los Derechos Humanos en Moscú. El servicio secreto ruso señala que los neonazis rusos copian estrategias de los extremistas centroeuropeos. En un país con tantos pueblos como Rusia, el salto de los movimientos patrióticos a las unidades nacionalsocialistas es continuo.
Según estimaciones, las organizaciones extremistas cuentan con unos 70.000 miembros, pero ningún partido aglutina su potencial. Y cada tanto algún neonazi mata a un indigente, porque dañan la imagen de una "sociedad sana".
Desde hace tiempo, organizaciones independientes acusan a las autoridades rusas de pasividad ante los "comandos asesinos itinerantes". Mientras se prohiben las manifestaciones de la oposición o de los homosexuales, los ultraderechistas no tienen problemas para desfilar. En el país más grande del mundo, el poder estatal es sospechoso de apoyarlos indirectamente, con asociaciones juveniles paramilitares. "La ideología del Estado y el ideario de la extrema derecha al parecer se complementan", señaló el diario Novaya Gaseta.
Los nazis infunden miedo y los ciudadanos respetables piden un Estado fuerte. Sherebenkov habla de una "hidra" que el Estado ya no puede controlar. En 2010, la organización pro derechos humanos Sova (Búho) registró 37 muertos y 375 heridos sólo en Rusia. "El fervor del odio sigue creciendo", advierte Alexander Brod, de la Oficina para los Derechos Humanos en Moscú. El servicio secreto ruso señala que los neonazis rusos copian estrategias de los extremistas centroeuropeos. En un país con tantos pueblos como Rusia, el salto de los movimientos patrióticos a las unidades nacionalsocialistas es continuo.
Según estimaciones, las organizaciones extremistas cuentan con unos 70.000 miembros, pero ningún partido aglutina su potencial. Y cada tanto algún neonazi mata a un indigente, porque dañan la imagen de una "sociedad sana".